Somos muchas más que ayer y menos que mañana
las que vamos con las banderas de la igualdad al viento,
porque yo no me arrepiento de la gran de antaño luchada
para ahora por ti, por mí y por él ser valorada.
Nuestras serenas ráfagas con la tempestad acabarán,
como están acabando con los vástagos de la desigualdad
los destellos de esta indescriptible humanidad
insegura, cambiante, danzante, cual alma errante.
No entendemos de sexos, no entendemos de géneros.
Generemos un nuevo concepto, un nuevo precepto:
¡Personas!
Porque somos muchas más personas que aquellas de ayer
y somos muchas menos personas que las de mañana
las que creemos en ti, muchacha, señora, niña, mujer...
¡Humana!
Empodérate.
Frente a mí, que me cuesta escribir versos nuevos,
tú eres trabajadora, fuerte y luchadora,
tú has levantado muchos imperios sola.
Empodérate.
No somos más que la prolongación de la adolescente adolescencia
luchando con furor contra el dragón de la desigual efervescencia.
Pero ganaremos, sí, ganaremos. Y disfrutaremos la consecuencia
sin metáforas, con elocuencia. Sin rencores, con esencia.